Lo único que se puede pedir al cielo en el momento crítico, es que
se establezca un orden eterno, que de todo esto fluya un porque, un porque y un
para que...
Nunca se te responderá al instante, nunca
lo sabrás inmediatamente, es en ese lapso cuando se duda de querer vivir, de
querer seguir, esto es, hablando con la última fibra de sinceridad que me
queda...
En una ocasión alguien me dijo que había
conseguido todo en esta vida fácilmente, que todo en mi vida había fluido a
pedir de boca, que era el momento de que se angostara mi camino y que mis lágrimas
se liberaran...
Pensé: Esta no sabe lo que he llorado,
esta no se imagina lo que he pasado, no comprendo sus palabras, no vienen a
mi caso.
Luego, al pasar el tiempo, me encuentro
con la verdad de que con las lágrimas he limpiado mi visión, de que siempre que
lloro, es porque una victoria se aproxima más adelante, de que si lloro, es
porque tengo un motivo fuerte por el que llorar, si no existieran esos motivos
fuertes, entonces, de que valdría vivir?
Yo me apegue como goma de mascar, no se
los puedo negar, ahora mismo, en este preciso momento, me estoy preguntando
como lo podre lograr...
Nunca pude preguntarle si prefería una tarde de lluvia frente a un
lago en los banquitos, que el pelo no importe ni un resfriado tampoco, o mejor
la playa al atardecer, o el muelle, o la lancha, o el colonial…
Y bebí lágrimas, no de día y noche como el
Salmista, pero bebí lo suficiente como para me preguntarme, Donde está tu
Dios?
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