Y de repente los domingos.
De manera sorprendente ya los domingos no dolían.
No me hacia falta nadie ni nada. El simple dormir, o el dulce orar , cumplir obligaciones procrastinadas era suficiente, me sentía que con eso cumplía con la vida, porque ya suficientes horas había aniquilado de lunes a Sábado.
Ah Domingos!
Las soñadas películas y los anhelados besos, ah! Un abrazo en el sofá, o una ropa bien planchada , -vayamos y volvamos luego, o bien de noche, bien de noche volvamos.
Todos nos dejaban en nuestra cápsula soñada, sin interrupciones, solo nosotros.
Lo recuerdo y lo suspiro, pero ya no lo lloro , porque luego que maduras te das cuenta que cada día cuenta, y que tu domingo puede ser el lunes de otro.
Y de repente los domingos no me hacían recordar a nadie, no anhelaba a nadie, Dios y yo éramos suficientes.
Y de repente los domingos eran solo para vivir como me tocara y se me concediera.
Y de repente si llovía me conformaba.
Y de repente con ver fotos y saber que era feliz en cualquier lugar o día de la semana era suficiente.
Y de repente de repente de repente .
El tanto luchar con fantasmas me hizo no importar mucho la realidad.
Y de repente de tanto escribir ya me duele nuevamente que nadie se vaya en avión después de amarme por tres días,
Y que nadie pida un taxi a las 1 de la mañana de la manzana 65 a otro lugar de este planeta.
Volvió a doler que nadie esté para agarrarme de la mano, ni a la distancia ni a lo cercano., y si me volvió a doler, que importa?
Tan grande es la poesía, tan inmensa! Que mientras vuelve a doler, va sanando.
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